¿Qué es lo que más admiras del Carisma
Bethlemita?
Dicen nuestras constituciones:
La experiencia evangélica de Pedro de
San José Betancur se centra en el misterio de la Encarnación, misterio del Hijo
de Dios que se hace hombre, se manifiesta en Belén y en su entrega hasta la
muerte; revela así el amor del Padre en actitud de pobreza y humildad para
llevar a todos los hombres a la filiación divina y a la comunión fraterna.
(2a)
Nuestra espiritualidad Bethlemita nos
exige profundizar y vivir en actitud de
humildad y pobreza el amor que el Padre nos revela en su Hijo hecho hombre,
y ser por la fuerza del Espíritu testigos de ese amor en el pueblo de Dios.
(5a)
Yo comienzo por decir que no
es lo que más admiro del Carisma Bethlemita, sino lo que más AMO.
Lo que más amo del Carisma
Bethlemita es que está centrado en la contemplación del Misterio del Hijo de
Dios que se hace hombre y se manifiesta en Belén… y en su entrega hasta la
muerte y nos revela el Amor del Padre en actitud de POBREZA Y HUMILDAD.
Estas dos actitudes: POBREZA
Y HUMILDAD son las que, a mi parecer, mejor definen la esencia, del ser humano…independiente
de todo valor religioso o carismático. Es lo contrario de lo creado por el
hombre, cuando de manera errónea busca su realización personal, entre otros, en
el tener y el aparecer.
Hacer conciencia de la POBREZA
es reconocer y proclamar que: “Dios es la única riqueza verdadera que tenemos”.
Y hacer conciencia de la HUMILDAD, es reconocerse como un ser con una historia
llena de experiencias positivas y negativas que contribuyen en la construcción
de una personalidad única e irrepetible, con la certeza de que la mayor
dignidad que tenemos como seres humanos es la de ser hijos de Dios y que como
Jesús, somos en todo dóciles a la voluntad del Padre; una docilidad interior, libre
y querida "de corazón".
Por lo tanto nuestro CARISMA
BETHLEMITA es de una gran riqueza y exige un gran compromiso. Es un carisma que
nos impele a tener un amor incluso preferencial – no exclusivo – por los pobres
(VC 82, 90). De hecho, el pobre se convierte en el primero – no el único -,
después de Aquél que es EL VERDADERO PRIMERO Y ÚNICO: DIOS. Y todo esto vivirlo
con “sobreabundancia de gratitud y de
amor, tanto más en un mundo que con frecuencia se ve asfixiado en la confusión
de lo efímero” (Cf. VC 105a). Un carisma que exige ser vivido como Jesús lo
vivió: en humildad, sencillez, solidaridad y hospitalidad, superando toda forma
de explotación, aburguesamiento y consumismo.
Hoy en el capítulo General
estamos llamadas a revisar y redescubrir esta base y a enraizarnos en ella. De
lo contrario estaremos aún fuera del Evangelio; no hemos comprendido nada de
nuestra vida (¡y sucede!, visto que en nuestra cultura tendemos a entender y
juzgar las cosas desde su punto de vista externo, efectivo, material). Entonces,
es desde aquí de donde brota el significado también exterior, apostólico,
testimonial y profético de nuestro CARISMA: SER BETHLEMITA, POBRE Y HUMILDE ante una sociedad en la
que hay: “un materialismo ávido de poseer, de aparecer, desinteresado de las
exigencias y los sufrimientos de los más débiles, y carente de cualquier
consideración por el mismo equilibrio de los recursos de la naturaleza.
Nuestra espiritualidad de vivir las actitudes de
pobreza y humildad nos presentan un carisma de sencillez, desapego, solidaridad
y fraternidad con todos, comenzando por los más necesitados, “la predilección
por los pobres y la promoción de la justicia” (VC 82). Con su anonadamiento, Cristo
nos ha dado un ejemplo que imitar. Sólo el Hijo es capaz de revelar el
verdadero rostro del Padre; la revelación del Padre se abre a los pequeños y se
cierra a los sabios. Todos los que están cansados y oprimidos pueden encontrar
en Cristo el alivio. Y este plan no puede ser aceptado más que por aquéllos que
se presentan ante Dios conscientes de su vaciedad y pequeñez, con la pobreza
sustantiva que caracteriza al ser humano, con la actitud humilde y la
"desesperada" búsqueda de algo o Alguien que sea capaz de llenar la
propia vida. Dios no admite que el hombre entre en petulante competencia con
Él. La autosuficiencia será el obstáculo mayor para que el misterio de Dios se
abra a nosotros.