sábado, 2 de noviembre de 2013

XXII CAPITULO GENERAL. FORO. TERCER TEMA: QUE ES LO QUE MAS ADMIRAS DEL CARISMA BETHLEMITA?

¿Qué es lo que más admiras del Carisma Bethlemita?
Dicen nuestras constituciones:
La experiencia evangélica de Pedro de San José Betancur se centra en el misterio de la Encarnación, misterio del Hijo de Dios que se hace hombre, se manifiesta en Belén y en su entrega hasta la muerte; revela así el amor del Padre en actitud de pobreza y humildad para llevar a todos los hombres a la filiación divina y a la comunión fraterna. (2a)
Nuestra espiritualidad Bethlemita nos exige profundizar y vivir en actitud de humildad y pobreza el amor que el Padre nos revela en su Hijo hecho hombre, y ser por la fuerza del Espíritu testigos de ese amor en el pueblo de Dios. (5a)
Yo comienzo por decir que no es lo que más admiro del Carisma Bethlemita, sino lo que más AMO.
Lo que más amo del Carisma Bethlemita es que está centrado en la contemplación del Misterio del Hijo de Dios que se hace hombre y se manifiesta en Belén… y en su entrega hasta la muerte y nos revela el Amor del Padre en actitud de POBREZA Y HUMILDAD.
Estas dos actitudes: POBREZA Y HUMILDAD son las que, a mi parecer, mejor definen la esencia, del ser humano…independiente de todo valor religioso o carismático. Es lo contrario de lo creado por el hombre, cuando de manera errónea busca su realización personal, entre otros, en el tener y el aparecer.
Hacer conciencia de la POBREZA es reconocer y proclamar que: “Dios es la única riqueza verdadera que tenemos”. Y hacer conciencia de la HUMILDAD, es reconocerse como un ser con una historia llena de experiencias positivas y negativas que contribuyen en la construcción de una personalidad única e irrepetible, con la certeza de que la mayor dignidad que tenemos como seres humanos es la de ser hijos de Dios y que como Jesús, somos en todo dóciles a la voluntad del Padre; una docilidad interior, libre y querida "de corazón".
Por lo tanto nuestro CARISMA BETHLEMITA es de una gran riqueza y exige un gran compromiso. Es un carisma que nos impele a tener un amor incluso preferencial – no exclusivo – por los pobres (VC 82, 90). De hecho, el pobre se convierte en el primero – no el único -, después de Aquél que es EL VERDADERO PRIMERO Y ÚNICO: DIOS. Y todo esto vivirlo con “sobreabundancia de gratitud y de amor, tanto más en un mundo que con frecuencia se ve asfixiado en la confusión de lo efímero” (Cf. VC 105a). Un carisma que exige ser vivido como Jesús lo vivió: en humildad, sencillez, solidaridad y hospitalidad, superando toda forma de explotación, aburguesamiento y consumismo.
Hoy en el capítulo General estamos llamadas a revisar y redescubrir esta base y a enraizarnos en ella. De lo contrario estaremos aún fuera del Evangelio; no hemos comprendido nada de nuestra vida (¡y sucede!, visto que en nuestra cultura tendemos a entender y juzgar las cosas desde su punto de vista externo, efectivo, material). Entonces, es desde aquí de donde brota el significado también exterior, apostólico, testimonial y profético de nuestro CARISMA: SER BETHLEMITA, POBRE Y HUMILDE ante una sociedad en la que hay: “un materialismo ávido de poseer, de aparecer, desinteresado de las exigencias y los sufrimientos de los más débiles, y carente de cualquier consideración por el mismo equilibrio de los recursos de la naturaleza.
Nuestra espiritualidad de vivir las actitudes de pobreza y humildad nos presentan un carisma de sencillez, desapego, solidaridad y fraternidad con todos, comenzando por los más necesitados, “la predilección por los pobres y la promoción de la justicia” (VC 82). Con su anonadamiento, Cristo nos ha dado un ejemplo que imitar. Sólo el Hijo es capaz de revelar el verdadero rostro del Padre; la revelación del Padre se abre a los pequeños y se cierra a los sabios. Todos los que están cansados y oprimidos pueden encontrar en Cristo el alivio. Y este plan no puede ser aceptado más que por aquéllos que se presentan ante Dios conscientes de su vaciedad y pequeñez, con la pobreza sustantiva que caracteriza al ser humano, con la actitud humilde y la "desesperada" búsqueda de algo o Alguien que sea capaz de llenar la propia vida. Dios no admite que el hombre entre en petulante competencia con Él. La autosuficiencia será el obstáculo mayor para que el misterio de Dios se abra a nosotros.

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